Estaba flojita. Flojita y zumbona. Era un buen dolor. Un dolor bueno. A vos te gustaba mi dolor. Un dolor precioso. Miraba para atrás... y sí...: yo era otra. Un riíto a los pies de la montaña, un rulo en mi frente. Empezaba a ser mía de la mejor manera. Te posesionaste de mi cintura, me quebraste y me soldaste, y más, me tiraste lejos toda, me desparramaste, y ahí supe o entreví cuánto era, y cuánto quería constatar cuánto era; y claro, ingenuamente... Te me tirabas, me besabas, había mucho tiempo, me descompaginabas. Quizá olvidé que era mi primera vez, que alguien violovió mis sueños (...), con lágrimas, con légamo, con no certeza, con no consigo (...), sin mí.
Del libro El ombligo oblongo de ROLANDO REVAGLIATTI -Argentina-
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