Observando la llovizna
que copiosamente se desliza
desde las nubes plomizas
en esta mañana gris
de primavera.
Los vidrios empañados
y los árboles vestidos
del verdor de noviembre
lloran las gotas de la lluvia
que los envuelve.
Y mi cuerpo embelesado
de tu amor
gime por dentro
con ese ardor de éxtasis
con que está ceñido
desde que nos amamos
tú y yo.
Esbozo una sonrisa
mi mirada perdida
a través de los cristales
solo miran lo infinito
tratando de alcanzarte.
Quiero que la fresca llovizna
que moja mi campo
sacuda mi cuerpo
que tu amor dejó tan cálido.
Quiero y no quiero.
Pero está prendido a mi piel
adherido a cada poro
y no puedo arrancarte de allí
y no quiero hacerlo.
Necesito sentir
mi cuerpo estremecido
de pasión, todo el día
todo el tiempo
hasta que esta noche
tú lo poseas y lo enciendas
con solo tu voz, mi amor.
Diana Chedel -Argentina-
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