La cera de estos juramentos se ha podrido.
Ve a darle brasa,
si no duermes todavía,
o párate un momento, por favor,
antes que asome
otra vez la tiniebla en tus palabras.
Cariño. Otra costumbre nuestra.
Amor. Acerca la llama a tu mano
sobre la mía; apenas si quema
el fuego de la vela en esta soledad
a las dos de la noche, de los dos.
ANDRÉS ACEDO
Publicado en la revista Un día es un día Ágora
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