Viajo por la vida atado
y siempre extraviado
en la simetría perfecta
de un adorable rostro,
escurridizo como el agua,
maleable como el cobre,
radiante como Sol de verano.
En infinitas horas de oscuridad
y férreo ostracismo
siempre acaricio ese rostro
que virtuoso y mágico
se acerca y se va
brilla y se apaga.
Fascinante y enternecedora visión
de contrastes como arco iris.
Le disfrazo
de malabares lúdicos
con el fin de retenerlo.
Intento descifrar el hechizo.
Trato de escapar del maleficio,
envuelto en mis sensaciones,
soy mi propio carcelero.
Abordo esa figura
desde las mas diversas ópticas.
Avezada, siempre escapa
de mi afianzada utopía.
Dentro de mis oídos,
con bruscos desgarramientos,
implora por mi amor
entre gemidos y susurros.
Con la punta de mis dedos
le acaricio tenue,
deliciosamente,
esperándole en cada rincón ,
disfrutándole en cada amanecer
mas allá de lo terrenal y místico;
mas allá de lo divino y la locura,
dentro de lo perenne y lo humano.
ROLANDO BLANCO PASCUAL
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