Frase: “Tu Maternidad Cabalga Sobre la Montura de la Muerte”. (Además, los chicos sólo ponen a los chicos en foco.) Te reís con toda la cara, intervenís por completo, como cuando me gusta andar por allí, completamente. Entra Tal, entra Cual. Cual: virgen y atómico. Los chicos horadan desde su estatura. Mi amor: de los yiros que te conté, una estaba embarazada, muy embarazada. Me disputaban ella y otra. Ganaron las dos. Los tres asistimos al alumbramiento. En esa misma cama de cuerpos encaramados, encaramuzados, cadena pestífera, se abrió de un respingo la enchastrada; fuimos cuatro parientes atónitos, casados al parir, hervidos y arrasados. No las besé más. Ni recibí caricias ni sepulté el sabor terrible de esos huesos en mi melancolic. Huí como un hombre. Pagué más, pagué otra vez. Ellas...: las irrestituibles. Sin golondros..., mortecinas, omisas. (Golondro: familiarmente deseo, capricho.) Entra Tal, entra Cual, sin decidir no entrar otros no entran. Aplauden, alardean. Me alarmo porque siempre me alarmo. Pensamos vos y yo cómo se llamarían nuestros hijos, sentimos que serían muy nuestros. Hoy, que no te puedo ver así, no me puedo ver así. De nuestra combinatoria todo lo soñamos: color de ojos del primero, cabello del segundo, la tercera parecida a quién no y etcéteras en un jardín en una fotografía. Empalme rápido con que estuve celoso del aire que respirarías, el enrarecimiento de fragancia obscena por el que te dejarías anidar, la otra que serías si por mí no fueras, cuan beligerante con otro macho gacho, somera con un hortera, atorranta con un lavativa, sensual con uno lindo triste, más plena que conmigo con un amigo. Se cortó la leche, la buena y la mala. Yo estaba embretado otra vez con la clepsidra. Una piojosa que se paró en medio de la calle (y llovía) subió al coche, dijo que se llamaba, que no era rica, que le agradaban las medias finas, que... ¿le permitiría posar su lascivia sobre mí?, que con denuedo dejaría que lo hiciera, espeté; las mamas truculentas y el infame al palo bochornoso; desnuda era peor, vos sos divino, divino, con una como ésa te querrán muchas. Hagamos otra bacanal y gratis, propuso la grasienta, yo antes me la corto, y chupo todavía estalagmitas, una tras otra las yirantas, y chupo todavía.
Del libro El ombligo oblongo de
ROLANDO REVAGLIATTI -Argentina-
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