martes, 23 de junio de 2020

ÉL Y ELLA Y UN ROJO NEGRUZCO


Él se asoma al balcón en la ternura afilada de un atardecer de invierno: Viste de negro, con un abrigo y algo más; debajo la camisa abierta casi hasta la cintura dejando ver el pecho y el vello –no demasiado, una mancha oscura en la distancia–. Ella piensa, desde la calle, que hay quien de modo natural despliega una imagen seductora, mientras otros no lo logran por más que persigan montarse un erotismo casual. Él la percibe y se abotona con lentitud la camisa. Las miradas enlazadas como de serpientes a puntos de enroscarse. Ella se encamina al edificio, anhelante e ilusionada. Abre la puerta del piso con su llave. Él no está. No puede tocarlo. Ella se detiene en el vacío del balcón, acaricia
la madera de apoyarse y se va dejando caer hasta quedar de rodillas en tanto se desabotona la blusa y lo recuerda a él desnudándola. A él que una semana atrás se ha estampado contra el pavimento: La sangre de un rojo negruzco, desatado.

Del libro Bla, bla, bla, bla, bla sobre el amor de FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES

No hay comentarios:

Publicar un comentario