Añorar el pasado, hurgar en la madeja de recuerdos tu figura, en el temporal del tiempo tus ojos, en el paisaje del otoño tus pasos cortitos, escuchar tu voz en los confusos trinos de las aves llenando el aire de mágicos sones.
Entonces quedo quieta, absorta en ese sentimiento, los velos de la niebla se abren, se evaporan como soplos al viento y… ¡te veo!
Te veo papá, y te escucho, aquí estoy; a tu lado, como antes, como siempre. Como cuando caminábamos absortos charlando de todo y de nada.
¡Qué bueno es verte, que bueno caminar a tu lado!, Sé que tan solo es un sueño, una ilusión que vive aquí, en mi corazón, en el hueco que late en mi pecho, pero…, que importa, si estás aquí, que importa el silencio si igual te escucho. Que importa si tu forma se deforma. Que importa si tus ojos en la oscuridad me miran.
Abrazada despierta a ese sueño grito mi llanto adormecido, me río a carcajadas; muda; lloro de alegría y me abrazo sintiendo tus abrazos y allí me ovillo.
Te veo querido papá…De tu mano fui creciendo, siempre fuerte…
Olga Mary Olymar (Argentina)
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