Él llora en silencio entre la multitud mientras la aguarda a ella. Llora como si, acompasadamente, se desangrara. Sin saber por qué lo hace en ese momento, y, no, antes, o, después. No puede parar. Llora por todo. Por cada partida y por cada regreso.
Por cada tristeza. Indefensa tristeza. Vulnerable tristeza. Lacerante tristeza. Llora mientras se deshace. La multitud va y viene, y él alcanza a pensar que no va a quedar siquiera el charco de sus lágrimas para que, al llegar, ella lo encuentre.
Del libro Bla, bla, bla, bla, bla sobre el amor de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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