miércoles, 24 de junio de 2020

EL TAXISTA


El taxista Astolfo Algarín nunca pensó que a sus cincuenta años perdería la poca inocencia que aún mantenía en sus escala de valores. Esa noche fue una noche extraña para Astolfo Algarín, como lo fue de triste, e inolvidable para las personas del sur oriente del departamento del Atlas.
Astolfo Algarín, recibió como de costumbre el taxi a las cinco de la tarde para laborar toda la noche hasta las cinco de la mañana del próximo día.
Un día de semana las noches eran difícil para la labor , muy rara vez eran productivas para los taxistas. Razón por la cual Astolfo Algarín, después de hacer la tarifa y el combustible del taxi que tenia alquilado,decidió ir a la bahía de estacionamiento del hotel Trann cinco estrellas. Allí,con servicios habituales que narraba la operadora del radioteléfono podía acertar a esos servicios, llevarse lo necesario para el día de comida de su familia. En el sur oriente del departamento Atlas, una tempestad amenazaba con derramar su ira en lluvia y viento sobre las poblaciones ribereñas; lo cuál aumentaba el riesgo evidente que colapsara el tapón del dique del gran río Yuma; arrasara con los pueblos, santa Leticia, Ruan, y Cangrejo.
El tiempo corría lento y el radioteléfono del taxi no anunciaba servicios, la noche estaba destinada para no ilusionarse con altas sumas de dinero por prestación de servicios.
Astolfo Algarín le solicitó al botones del hotel le regalara el periódico "El Aire " así leerlo,a esa hora ,ningún huésped lo pediría y tampoco se recibiría visita en el hotel, eran las diez de la noche.
Cuando le entregaban el periódico llegó el jefe de seguridad, del hotel, acompañado de un señor que representaba unos sesenta años de edad. Se notaba ebrio.
- Astolfo, atiéndeme bien a este huésped, me respondes por él, está un poco tomado si no te paga, el hotel cancela los servicios , eso sí no te alejes de él cuídelo por favor- dijo Rafael, el jefe de seguridad del hotel Trann.

En el primer semáforo el señor que abordó el Taxi se identificó
- mi nombre es Frank ¿vos cómo te llamas?
- Astolfo Guillermo Algarín San Juan Contestó el taxista.
- ¡Ehhh!que nombre tan largo pues, para hacerlo fácil te llamare memo. Entremos en materia, necesito que me llevés a comprar perica y a un bar de travestis.-dijo frank
- ¿Perica? ¿O perico? ¿Es droga? ¿Es Cocaína lo que necesita? Dijo el taxista
-Si pero que sea de buena calidad, y travestis bonitos con pechos y cola.- contestó Frank.
-De travestis como tal, lo puedo llevar a un sitio donde ellos se ubican, aquí bares de travestis, no hay en los días de semana -dijo Astolfo.
En el sur oriente el cauce del río Yuma subía su nivel; la tempestad se veía venir, había derramado gran parte de su furia en las arribas del río las siluetas de las montañas no se veían; tronaba y al centellazo fuerte y titilante del relámpago sólo se veían como sombras. Comenzó a llover la desgracia en los pueblos de santa Leticia y Ruan. Con cuatro horas de anticipación.
En la esquina de la calle 70 con cra 44 en una venta ambulante de cigarrillos compró Frank, tres bolsas de Perico descargó una bolsa entre el indice y el pulgar en la parte superior de la mano y se la aspiró en dos envíos, media por cada orificio nasal.
Arribaron a la esquina de la calle 70 con carrera 50 justo detrás de un conocido colegio de monjas. Frank le dijo al taxista:
-Hable usted memo pídamela con cola, pechos y palanca grande.
El aguacero en las montañas del departamento de Boniver arreció con fuerza, el río siguió superando los niveles permitidos y comenzó a subir. El encargado de mirar los niveles en el río llamó a la parroquia para que sonara las campanas había que evacuar en cualquier momento el río se podía desbordar.
Timbró y timbró se fue a buzón nadie contestó.

La tutty, mostró sus atributos al taxista. Buena cola de piel morena ojos miel, cabello lizo negro y dos senos perfectos. Frank la miró y dijo
- pregúntele que tan grande tiene el instrumento. -
La tutty lo alcanzó a escuchar y contestó
- Lo normal papi veinte centimetros te va a encartar, si lo quiere más grande te toca esperar a las mellas ellas si lo tiene salvaje más de veintiocho centímetros cada una.
-Cuanto? Preguntó Frank
-Cien mil el rato- dijo la tutty.
-- Vamos embárquese llévanos por acá cerca, a un motel -dijo Frank. Al taxista

Diez centímetros eran muy poco para el caudaloso río Yuma; alimentado por los riachuelos que bajaban de las montañas se veía imponente y agresivo desmigagando lo que encontrara en el camino al mar; el encargado de medir los niveles tomó su moto se dirigió al pueblo de santa Leticia y con un megáfono instó a la gente a desocupar eran ya las once de la noche. Nadie le prestó atención, la novela en la tv estaba en lo mejor -para que distraerse- con ese aparecido en el pueblo invitando a desocupar las casas.
-Está locooo- le gritaban desde las salas y habitaciones de las casas del pueblo. El río dos horas arriba venia arrasando con todo.

Astolfo, en cinco minutos dejo a la pareja frente a un escenario cultural de Artes allí quedaba el motel "Noche Azul"
Frank le dijo:
-Espérame y tome mi celular guárdalo por favor.
Astolfo en el tiempo de espera siguió leyendo el periódico.
A la media hora el encargado de los niveles del río ya había recorrido todo el pueblo anunciando el desalojo en medio de una llovizna pertinaz. Nadie le respondió , de repuesta le azuzaban los perros.
A los cuarenta y cinco minutos salió la tutty despeinada pero con un glamur de hembra bella, le dijo al taxista:
-Nene ves a la oficina donde me recogiste y pregunta por las mellas; ellas a esta hora ya han llegado el señor quiere un juguete más grande-

Astolfo Algarín fue a cumplir el servicio. Las mellas desconfiadas, no querían subir al taxi, él les dijo:
-La tutty las espera, que lleven buena merca que el cliente tiene para comprar.-
Al escuchar el remoquete de la tutti sonrieron y debajo de unas piedras sacaron una bolsa negra y la guardaron en el bolso se veía pesada como de medio kilo.

Las mellas eran dos rubias despampanantes de ojos verdes claros cabello engajado, protuberantes pechos redondos como una pelota, grandes y duros que brincaban como un balón de basquet sin los brasieres. La cola y sus piernotas envidiaría cualquier reina de belleza.
Las dos travestis entraron al motel dejando perfumado su camino. Comenzó a llover fuerte aguacero en Barranquilla.
El aguacero fue general en todo el departamento del Atlas, en el sur oriente truenos y centellas se ubicaban exactamente frente al canal del dique que conduce a la ciudad heroica de Costanera.
Cinco centímetros separaban el nivel del río Yuma de desbordar su ímpetu hacía tierra firme.
El encargado del nivel del río
Al regresar y ver que, solo dos centímetros separaban la tragedia prendió su moto y agarró la carretera camino contrario al río.
En el motel las encargadas de la recepción le tocaron el vidrio al taxista Astolfo, protegidas por una sombrilla; aún llovía con menos intensidad. Preguntaron:
-¿De dónde trajo a ese señor? ya se han tomado tres botellas de a litro de Ron Aladin, y huele a bazuco y marihuana esa habitación.
- Astolfo Algarín con tono firme y sin pestañar le contestó:
-No puedo decirle de donde lo traigo, pero el señor le paga no se preocupen.-
Las recepcionistas regresaron al motel una llevaba la sombrilla y se protegían de la lluvia;
una de ellas llevaba un facturero con la lista del pedido de la habitación.
Exactamente a la una de la madrugada, se escuchó un grito desgarrador adornado de pasión en la habitación donde departían, Frank, la tutty y las mellas.
El grito de horror en santa Leticia se sintió, en las primeras aceras del pueblo,el río Yuma desbordado arrasó con las primeras casas y siguió buscando desniveles y tumbando todo a su paso; el pueblo quedó a oscuras y los gritos de terror acompañados del ruido de la avalancha que subía cada vez más, el nivel ya había subido de tres metros en la carretera, ya no se veía; no existía forma de escapar la gente se subió a los techos de las tambaleantes casas.
La Iglesia también se inundó hasta los arcos del campanario.
El terror abrazó la población vestido de agua del río, el río que siempre les brindo alimento ahora los dejaba en la miseria. Dejando huérfanos y padres sin hijos a su paso. En Ruan y otros municipios ribereños la desgracia fue calcada.
En el motel una de las recepcionista le indicó al taxista Astolfo que el señor de la habitación quería agua de la marca Ángeles, que ellos no vendían que si podía conseguir un litro de esa marca.
El taxista partió ya los arroyos de la ciudad habían dejado su furia; logró comprar el agua solicitada, en auto servicio La Llama de la 73.
Regresó al motel y con señas le dijeron desde la recepción que entrara a entregar, habitación número 13.
Astolfo tocó dos veces nervioso, desde el interior le dijeron, escuchó:
- Siga,siga- con la lengua enredada como quien tiene un bombón en la boca.
Abrió la puerta que estaba sin seguro y presenció una escena digna del mayor productor de películas de sexo, una de las travestis tenía a Frank en posición de rodillas, con las nalgas levantadas; debajo de Frank una de las mellas penetradas por él, en la misma posición; mientras Frank al mismo tiempo le hacía sexo oral a la tutty. El cuadro era pornográfico, figuras de mujeres hermosas, con unos penes descomunales, desnudas con sus pechos brillantes y duros y su mirada distinta a las mujeres. Un hombre viejo y drogado en esa posición; era ver la dignidad de un anciano destruyendo el buen juicio y los valores de moralidad y el pudor.
Frank le dijo al taxista con su boca sin despegarse,de su entretenimiento,
-Memo tómame una foto tu tenes mi celular apúrate-
-¿Foto? ¡No sea tan desgraciado respete! Yo soy el taxista. Dijo Astolfo Algarín.
Los pueblos vivieron su desgracia por la inundación, algunos lo han superado con el olvido.
Astolfo Algarín, dejó de trabajar taxi de noche, era preferible los trancones en las vías en el día, que vivir una escena tan inmoral que lo marcó para siempre y no ha podido olvidar.

Guillermo Nieto Molina

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