Ella lo observa desde un lejano balcón. Él tiene tres maceteros de lo mediano a lo muy pequeño en la diminuta terraza a la que siempre accede solo. La altura es la de una sexta planta. Cada mañana, desde la calle o desde otras terrazas, se lo puede ver inclinado contemplar los maceteros; después, hacer reiterados ademanes como de quien arranca las malas hierbas; y, luego, como de quien encuentra diminutas piedras y las lanza a la calle. Cada uno de los maceteros está vacío. Ella lo observa desde un lejano balcón e intenta adivinarlo.
Del libro Bla, bla, bla, bla, bla sobre el amor de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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