Él se sienta sobre la pelota. Se eleva con la pelota sin despegarse. Y agita una mano para saludarla a ella que, allá arriba, indiferente, lo observa acodada en un globo desde donde él le parece un insecto sobre una pelota diminuta que bota casi a ras de suelo.
Del libro Bla, bla, bla, bla, bla sobre el amor de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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