Medea ha llegado a casa. Aún es muy pequeña. La educaremos para que sea una gata de bien, y será la primera vez en la Historia de la Humanidad/Animalidad que Medea no mate a sus hijos. La inscribiremos desde ahora en el SindiGato de La Víbora, ahí podrá votar y conocer a los de su especie. En el futuro quién sabe si se convierte en la mejor sindigatista de la circunscripción. La presentaremos en sociedad y aprenderá un código de ética que le permita relacionarse con los perros y las perras, no debe dejarse llevar por tradiciones que han promovido una rivalidad inútil durante años. Será la mejor amiga de Farinelli, el perro vecino, aunque se comentan sus malos hábitos con las escobas y las piernas de los transeúntes, ella deberá saludarlo siempre que él se comporte como es debido. Pero también la enseñaremos a defenderse, cada mañana antes de llevarla al Círculo Gatil “Desparasitaditos del Porvenir” le diremos: “si te dan, ¡aráñalos!”
Para protegerla de su destino, no deberá casarse nunca. Tendrá relaciones nocturnas fuera del hogar y en las madrugadas podrá frecuentar las azoteas de alquiler. Si luego del primer parto ella se atreviera a matar a sus hijos, ya sea arrancándoles la cabeza o ahogándolos en la bañera, será llevada a un psicogatista, y luego del tratamiento la remitiremos al veterinario para que sea ligada. Es una decisión difícil, pero no podemos condenarla de antemano, y menos, permitir que se convierta en una asesina serial.
Le enseñaremos la importancia de la humildad, será desparasitada con remedios caseros, nunca en clínicas extremadamente caras que promueven el consumismo y el derroche. Celebraremos sus cumpleaños con leche de vaca y pastel de sardina, el resto del tiempo deberá conformarse con leche en polvo y filetes de claria, todo en pequeñas porciones hasta que llegue a la gatolescencia, para propiciar la fuerza de los dientes, del aparato óseo muscular y el brillo del pelo. Luego ella deberá buscar sus alimentos, así aprenderá a valerse por sí misma.
Con respecto a la cacería, le pondremos un cat-coach que la enseñe a matar rápido y a borrar las huellas para no hacer sufrir a sus presas. Queda terminantemente prohibido cazar gorriones en nuestro patio, deberá concentrarse en la liquidación de cucarachas, ranas y ratones. Sería bueno que también resolviera el problema de los mosquitos; aunque no es su perfil lo hablaremos con el coach.
Si todo esto saliera mal, y Medea deja el SindiGato, destripa gorriones, no acepta ser ligada, se casa con Jasón, el gato más pandillero y gatariego de La Víbora, y finalmente mata una y otra vez a sus hijos, será desterrada. La montaremos en un camión de la Oficina de Comunales para que sea recluida en el Basurero Provincial de La Habana.
De cualquier manera, no debemos adelantarnos, ¡aún es tan pequeña! Tenemos esperanzas en Medea, en que pueda ser, al menos, una gata normal. Por ahora, juega con los zapatos, se duerme en mis pies y le tiene miedo a las cucarachas. Por ahora, sus ojos solo brillan en las noches, se esconde debajo de la cama cuando oye ladrar a Farinelli, está nerviosa porque mañana es su primer día en “Desparasitaditos del Porvenir”. Mientras tanto, le hemos puesto una cinta roja en el cuello y enterramos la primera cabeza de gorrión que apareció en el patio.
Ámbar Carralero Díaz -Cuba-
Publicado en Suplemento de Realidades y ficciones 86
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