El gorrión se posa en el suelo al lado de él y de ella. Levanta la cabeza y mira a uno y a otro. Ellos lo observan y el aire en el café parece existir exclusivamente en el entorno de los tres. Ellos observan el gorrión, pero, aunque podrían, no le dan migas de pan o un pedazo de galleta. No le dan. El gorrión endereza la cabeza, tensa el cuerpo, se concentra y puja decidido a darles algo de sí. Único.
Del libro Bla, bla, bla, bla, bla sobre el amor de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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