Ella camina junto al río cuando, al pasar el carguero, lo ve a él que la saluda con
una sonrisa a la par que camina de la proa a la popa para seguir lo más cerca posible.
Ella sonríe y continúa su marcha sin dejar de mirarlo con una determinación tan insaciable
como la alegría nacida de su gozo por verlo, olvidada del todo de que se cumplen diez
años de que en aquel mismo río y desde aquel carguero, después de un golpe en la cabeza, él cayó al agua para ahogarse. El carguero aumenta su velocidad y ella comienza a
correr hasta que percibe como él se pierde en el horizonte desvaneciéndose en medio de
una bruma que se ha ido haciendo más intensa que la memoria.
Del libro Bla, bla, bla, bla, bla sobre el amor de
FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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