Con el himen de sal y senos viejos,
revuelto fue con cruces el destino
en la jícara oblonga de la suerte.
¡Hija del viento soy!
Con mi pata de palo soy pirata
de rostro que se escuda tras la máscara
de un retazo de mar rojo y ardiente.
¡Hija del viento soy!
Evocando el poema de mis muertos
lanzan los caracoles su estampida.
¡Qué en casa de Yewá me esperen siempre!
¡Hija del viento soy!
Viajaba con el pié sobre el oráculo,
el viento trajo a mí sus remolinos,
aquel trago de luz y hasta a muerte.
¡Hija del viento soy!
Y yo, con esta cola de semillas
giro en el vendaval de las veletas
que cuelgan de mis uñas y mis dientes.
María Eugenia Caseiro
Publicado en Pensamiento poético
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