"Y me envolvió en su mirar,
que transgresor me pedía,
que la noche fuera día,
y que no dejáramos de soñar.
Rompimos las finas telas,
del aire que nos separaba,
nos besamos con la mirada,
y nos amamos con el corazón.
Entregando mil suspiros,
a una noche engalanada.
Deshaciéndonos de sábanas,
que la oscuridad esparció.
Entre brillos perspicaces,
que las nubes escondían,
de unas estrellas que vertían,
en los cuerpos su canción
Batallar fueron las manos,
que la pieles recorrían.
Besar de bocas bravías,
con labios de calor.
Enredar de mil dibujos,
de siluetas nacaradas,
bajo la atenta mirada,
de una luna que resplandeció.
Y volamos en murmullos,
de un lecho que mecía,
dos figuras enardecidas,
que eran almas y pasión.
Cerró la noche su encanto,
con anaranjada amanecida.
La luna mora el cielo,
y juntas, su alma y la mía."
Del libro De los Amantes de
Emilio Juan Gilabert Fernandez
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