Descansé en la mirada tranquila, la que sin voz dice todo; cerré la mirada con plena confianza, y dormí en el jardín de unos brazos suaves y honestos; me perdí en las caricias tersas que bañan con dulzura la piel árida y reseca por el sol de la vida.
Desperté en el sueño de una piel afable, respire el perfume de sus virtudes, navegué en el mar de sus amores, descubrí en su horizonte la calma de sus verdades, y sonreí ante el placer de sus añoranzas.
Desnudamos los secretos, y la noche fue amanecer con luna de romance; el sol de los deseos abrazó con calidez de primavera, y brotaron los besos en otoño con suspiros nuevos, maravilloso encuentro de cuerpos inocentes renaciendo, con fuego de vivir y sed de amar.
Luis Emilio Tiguila Robles -Guatemala-
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