En una ladera,
una amapola suave el viento mecía.
Con ella bailaba aires de primavera,
melodías.
El sol con sus rayos la embelesaba,
la envolvía.
Entre margaritas,
la amapola,
su rojo de seda lucía.
Su tallo de señorita,
frágil, altiva.
Una mariposa que en ella posaba,
se introducía,
con sus colores de pinceles,
proyectaba alegría.
¡Qué hermoso cuadro hacían,
entre el vaivén de la brisa!
Asun Cortes Rodriguez
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