Siempre quise ser el primero en llegar a tus sueños,
aunque tuviera que arrastrarme herido
o con las venas sangrantes a flor de piel,
y buscar el rincón más cálido y cercano
estremecido
alejado del adiós
y luego
no encontrar tus brazos
ni tus piernas,
abiertas,
al deseo.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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