Tú, mujer que desde Eva,
le fue encomendada la tarea
de ser ayuda, de ser el complemento,
el motivo, la ocasión e inspiración,
el sagrado recinto de los hijos,
la reina en la colmena,
creadora infatigable de la casa,
mereces que te cante… desde el alma.
Tú, mujer, que eres la madre,
la que anduvo el camino de las hadas,
que sabe ser amiga, novia, hermana,
la doncella, la niña, aquella infanta,
que entre sueños creció,
bebiéndose en el tiempo, las distancias,
hoy te admiran anciana sabia y santa,
pues el brillo y belleza del ayer…
está en sus canas.
Sigues siendo mujer… y Dios la exalta,
virtuosa, dice él, acá la alaban,
joya de gran valor que sobrepasas
la estima, la dignidad, mujer virtuosa,
que llevas en tu vientre como aljaba
los hijos que serán, flechas sagradas,
que al parirlos le harán más casta y santa,
y olvidando el dolor…¡de amor te sacias!.
Loor a ti, mujer, madre y hermana,
que en labores de hogar, nadie te iguala,
que cual nave de mercader, temprano zarpas,
te esfuerzas y de dar, nunca te cansas;
a tu esposo, por ti, todos lo alaban,
oh mujer generosa, madre amada,
ejemplo eres a todos cuando alargas
tus manos para dar pan… ¡lo das sin tasa!
¡Levántate mujer… tu esposo canta!,
¡levántate mujer… tu hijo te alaba!,
los hombres nos rendimos a tus plantas,
niña, joven, mujer digna y anciana,
que ha entregado sus fuerzas, su belleza,
su juventud y lozanía desde el alba,
recibe este homenaje que me salta
desde mi corazón…¡con toda mi alma!.
JOSÉ RUEDA A.
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