Hojas muertas de un invernal mundo
que se arrastran en las noches frías,
entre revuelos y algarabías,
con silencios ruidosos que confundo.
Atardeceres en los que me hundo
al ver agónicas mis alegrías,
y calladas cientos de sinfonías
por un parque ocre y moribundo:
¡Cúbrame el sol del crudo invierno,
y venga a por mí la primavera
con el calor de su abrazo más tierno!
Oh Dios, líbrame de tan fría espera
en los abismos del mismo infierno:
¡Que vuelva a ser como antes era!
Paco Aguilar i Espada
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