Ese aislamiento de carbono
donde se pierde así:
el control y la pericia,
por lo enjuto y enlatado
ruedas sin socavamiento
un cerebro a velocidad.
Pero por ese margen de carril
solo piensas ir rápido al destino
sin el contubernio del atasco.
Es como obligar al entorpecimiento
de explicarse de llegar al punto
pues, te obligas acelerar más y más
sin ser, uno, tan poco probable,
ya que somos vidas desprotegidas.
Uno inerme y desprovisto de metal
solo observará la escena gris,
el alboroto de la gente
que corren por mirar sangre.
Quién no ha observado
el toque tan violento,
el desparramar de los huesos
sucumbido por el dolor
sin la importancia del cruzar,
que se irrespeta, claro que sí.
Algunos acusan el mal conducir
al otro su falta de poca vista
lo mero se debe es que ante los autos...
La ciudad esta sofocado del metal frío
tan parecidos a sus almas.
Fernando Zuñiga Fajardo
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