(Artículo de 1919)
¡Con qué estremecimiento de horror leíamos las noticias de los hundimientos de barcos pacíficos por los submarinos alemanes! Por grande, por encarnizada que fuera la lucha, no le perdonábamos a Alemania el asesinato en alta mar de indefensos ancianos, mujeres y niños. Sobre todo, los niños... ¡Qué horrible visión de pesadilla la visión de un niñito precipitado al fondo del mar por un proyectil salido de las manos de un hombre civilizado!
Pues bien, lector; yo te convido a reflexionar acerca de esta pregunta: ¿qué es más horroroso, el cuadro de muerte alevosa, fríamente producida entre las mujeres y niños de un barco mercante, o el cuadro de muerte alevosa, fríamente producida, entre miles y miles y miles de ancianos, mujeres y niños de todo un país? Lo primero era obra del submarino; lo segundo es obra del bloqueo. El submarino hería de muerte violenta a un grupo más o menos grande; el bloqueo hiere de muerte lenta, de muerte por hambre, de la más horrorosa de las muertes, no a un grupo sino a un pueblo, no a quince, a diez, o cien ancianos, mujeres y niños, sino a cientos de miles. ¡Reflexiona, lector!
Pero aún hay más. Aquél, el submarino, consumaba su infame obra en tiempos de guerra. Mientras que éste, el bloqueo, ha venido realizando la suya en tiempos de paz. El bloqueo alemán se prolongó más de siete meses después de la guerra; el ruso sigue aún... Y las naciones que por más de un año vienen presenciando indiferentes la desesperación de las madres alemanas y rusas, enloquecidas ante el hambre de sus hijitos... ¡son los mismos que ayer temblaban de horror ante el hundimiento del Lusitania!
Pero aún hay más. El responsable de que los submarinos asesinasen niños en alta mar, era un hombre de guerra y se llamaba Káiser. Los responsables de los asesinatos lentos, mucho más crueles, de millones de niños alemanes y rusos, son hombres de paz.
Publicado en el blog nemesiorcanales
Compartido por Osvaldo Rivera
No hay comentarios:
Publicar un comentario