Me dueles tanto
y a la vez tan poco
que pensar en ti
me produce escalofríos.
Qué quieres que haga yo
si mi único pecado
fue pensarte
día sí y día también.
Qué quieres que te diga
si lo único que quiero
es no obligarte a nada
y que seas feliz.
Ninguno de los dos
ha cometido ningún fallo,
aunque puede
que nuestro único delito
sea el de habernos querido
durante tantos días.
Y ahora,
mírate
y mírame.
Los dos sufriendo
como un buen par
de idiotas.
IVORY -Zamora-
Publicado en Acantilados de papel
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