Esa mañana
la amó
entre la llovizna,
recitando
un antiguo salmo marino.
La habitación como un
esqueleto sumergido
se llenó poco a poco
de misteriosos brillos.
Se fue como había venido.
Su destino marcado
en el azar de una carta.
El pesquero se astilló
en la tormenta.
A la playa volvieron
burbujas herrumbradas,
vacíos envases de tabaco.
Ella murmura
en el muelle.
Otra vez
las gaviotas
están regresando
demasiado tarde.
Del libro "Ceremonias" de
Francisco Alberto Chiroleu -Argentina-
Publicado en el blog elescribidor
No hay comentarios:
Publicar un comentario