No quiero tu cariño
porque tengo miedo del amor,
hoy le temo al desengaño
y
a la cruel laceración;
no me gustan las flores que camuflan el veneno,
de tal modo que su aroma
y
colorido...
es tan sólo distracción.
No puedo hacerte daño
y
menos,
que tú, termines perjudicándome a mí.
Mi corazón sigue sangrando
debido al traumatismo
que antes le causara una antigua relación;
aún le quedan secuelas,
las heridas no han sanado,
del acerbo desengaño que sufrí;
en aquellos tiempos evaporados,
de mi crédula
y
neófita juventud,
cuando siendo un impávido enamorado,
quise alcanzar la luna
y
en el globo del ensueño,
abrazado de mi juvenil amada,
a conquistarla me elevé,
cuando estaba distraído
y
más confiado...
mi astuta enamorada de la altura me lanzó;
el porrazo fue bien fuerte,
y
aunque estaba bastante lastimado...
hice un gran esfuerzo
y
de tal modo
como pude me paré;
ahora vivo prevenido,
voy por tierra
y
no me elevo,
la experiencia me ha enseñado
que en cuestión de sentimientos
y
en las lides del querer,
se debe ir despacio
y
precavido,
para evitar caer
y
esto vale para los hombres,
lo mismo que para cualquier noble
y
amorosa mujer,
que se entrega con confianza,
sin pensar en lo trágico
e
irreparable,
que le pueda suceder.
Gerardo Carrascal Santiago -Colombia-
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