Permíteme desnudar tu alma, quitar la ropa desgastada de la indiferencia, arrancar el vestido que el egoísmo cubrió, y acariciar con ternura la piel que no perdió lo terso de su color, la que cuenta en sus cicatrices las historias que no muestran vergüenza, si no la belleza del valor y la hermosura de la dignidad.
Permíteme vestir tu alma con el calor de la verdad, con telas de terciopelo cálidas de amor abrigarte de la fría soledad, y sin tiempo verte caer dormida, en absoluta confianza de sentirte amada.
Permíteme abrazar tu mirada y besar tus secretos, no como dueño sino como vigilante, cuidando lo que es el preciado tesoro del secreto de tu verdad, y cuando quieras, déjame acariciar con delicadeza de viento suave tu corazón, solo quiero ser como mano enviada del cielo para hacerte sentir lo bello del amor.
Luis Emilio
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