Aquesta razón, es mi señora
la sinrazón que a mí me place
presentaros en esta hora
en que mi corazón, yace
a los pies de vuestra honra
para cederos mi vasallaje.
Me ofrecí caballero, jurado
ante la ley de los hombres
por un dios enojado
en descoloridos pendones,
a pesar, que enamorado
sobrepesé todos mis errores.
Tinté con odio el hierro
para sembrar mi espanto...
y la marca de mi arado
sobre campos desiertos
con un pesar, que ha marcado
olvidados, mis sentimientos.
Despaché al infierno del pecado,
sentenciado, sin juicio previo
al inocente violentado
es la culpa que parte de mi pecho
y aun vive desterrando
mi pesar y mi desconcierto.
Ya no merezco el cielo...
y a vos... os desmerezco,
es tan sólo, por ello
que, heme aquí, al momento
en que, arrepentido, fenezco
sin ese perdón... que ya no quiero.
Luis Maria Saiz Laso
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