sábado, 27 de febrero de 2016
LA MUJER ANTE EL AMOR
En nombre del amor, esa palabra tan denostada, la mujer ha sido moneda de cambio a lo largo de la historia.
Grandes reinas, Isabel de Castilla, Juana la Loca, su hija, encontraron el amor en sus matrimonios no porque lo eligieran, sino que, por esos azares de la vida, toparon con el hombre al que entregar su corazón además de sus reinos.
La literatura, sobre todo a partir del siglo XVIII, está llena de ejemplos de cómo funcionaba la sociedad con respecto a la mujer y al amor. Me viene a la memoria la obra de Jane Austen, Orgullo y Prejuicio en la que su protagonista, Elizabeth Bennet, ha de tragarse su orgullo y sus prejuicios para casarse con el hombre adecuado. Porque esa era la situación de la mujer. No tenía capacidad de elección, era un instrumento de su familia para salvar muchas veces a ésta de la ruina.
En el XIX era el padre el que disponía el matrimonio de su hija para unir fincas colindantes ampliando así las posesiones de ambas familias. A principios del XX, en vez de terrenos, se consolidan fusiones de grandes holdings. En esencia, lo mismo: el matrimonio como negocio. Nada que ver con el amor.
Quiero creer que en nuestros días la mujer elige libre y voluntariamente al hombre al que entregará su amor. Siempre, claro está, dentro de la libertad que el hecho mismo de enamorarse deja en nuestra razón. El enamoramiento, esa enajenación mental transitoria, nos lleva muchas veces a elecciones equivocadas. ¿Cómo se explican si no tantos fracasos, tantos maltratos, tantos sufrimientos?
Amor, entrega, generosa y voluntaria, sí. Pero por parte de los dos. De lo contrario la mujer seguirá siendo moneda de cambio ante el abuso del poder machista.
Eloísa Zapata (Sevilla)
Publicado en la revista Aldaba 29
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario