Sentados en una banca del parque
te abrazaba como si temiera perderte,
imperaba la calma, parecía un lugar de sueños.
Tu rostro hermoso como siempre
hacía que los pájaros cantores
entonaran una dulce melodía a tu belleza,
las lágrimas del Sol bañaban tu cuerpo
convirtiéndolo en un remanso de amor.
Y yo, despierto a tus encantos
te observaba queriéndote besar.
El temblor de mi sangre y mi carne suicida
eran gotas de lluvia recorriendo tu cuerpo
donde tu hambre de amor saciaba mis caricias,
jugando con los besos en la paz de tu aliento.
Me como mi pasado y me bebo mi futuro;
pero no cambio mi presente,
me quedo con ella...
porque tengo el mundo en mis brazos
y sembrados en mí sus besos de ilusión
que una vez cabalgaron en mis labios
y descansaron en el vientre vacío de mi alma,
donde la noche deshoja los rumores
que se refugian en lo profundo de su mundo.
Ysidro Parra -Venezuela-
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