Allí,
allí mis sonrisas son de compromiso,
mis gritos son fingidos y mi voz
tan solo grabaciones aprendidas, repetidas.
Allí,
allí mis muecas son de marioneta,
mis pasos condenados y yo,
sin destino y tan extraño.
Allí,
allí mis manos, pegamento de mis dedos,
dedos que señalan, que apuntan,
que disparan sin concierto.
Allí,
allí mis pies son centauros, escaladores
hacia un techo de cristal acerado,
asesinos de mis huellas.
Allí,
allí mi alma ya no es alma,
es la nada en mis entrañas,
ya no siento mas padezco, solo cuerpo.
Allí,
allí tan solo hay algo cierto, mi lamento.
Escondido, apartado, verdadero sufrimiento
que me otorga estar tan lejos, tan allí, tan allí.
Gustavo González
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