Voy a hacer de mi vida tibio guante
que a tu cuerpo se adhiera como un beso.
No importa si al quererte caigo preso
en la fragua que forja tu semblante.
Deja que por tus lomas vaya errante
y beba el aguamiel del hondo hueso.
Deja que en ti me embosque; si regreso,
que el corazón de tanto arder, me cante.
Quizás venga la lluvia a tu cintura
y apague los rescoldos de la hoguera.
Yo seguiré anidando en tu ceniza.
Nadie podrá curarme la locura
de ser el viejo tronco que bautiza
la pira virginal de tu cadera.
Ángela Reyes -España-
Publicado en Carta Lírica
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