En la perpendicular línea de mi camino,
atesorando solemnemente en mis sentimientos,
ese primogénito, que engendró mi alma en tu corazón,
en la dulce mañana de nuestras vidas, al son cantarín
del mirlo, y el aroma de nardo de la primavera, cuando
me amabas y yo te amaba, con la ilusión loca de dos
niños, al saborear las mieles del cariño, la fresca tersura
de nuestros cuerpos, en vuelo de ánade, libre, y sin ataduras,
que nos ilusionó, que nada nos detendría, que el mundo era nuestro
volamos a ciegas, hasta encallar en los acantilados salinos
de la incomprensión familiar, y nos partieron el rumbo, andahuaylina
El vuelo de golondrina, que marcó tu partida, dejaste
en el nido abandonado, ese tierno pichón aterido por el frío
solo cobijado en mi corazón, acunado en mi sentir,
en donde quedó como mi eterno compañero, que se hizo
carne en mis entrañas, y alegría en mi memoria, y así
he caminado mi vida con ese nuestro primogénito, que nació
hace tres décadas, y aún sigue siendo un niño, alegrando mis otoños,
y compartiendo mis tristezas por tu lejanía... por eso amo
y seguiré amando con todo el cariño a tu hijo, nuestro hijo,
que son tus recuerdos.
En el colorido de la rosa roja, en el albo color de la azucena,
siento el aroma de tu rostro, y en el vuelo de la abeja la sinfonía
de tu cariño, en el arrullo de la brisa, no oigo preguntar por nuestro
único hijo de tus recuerdos, pues en las veras de tu caminata
un nuevo amor y los avatares de día a día, con el vuelo de albatros,
quizás no quieras recordar al hijo que amamantó de nuestra ilusion,
en nubes agoreras, que nada bueno presagiaron y la ventisca
helada del destino, arrancó la página de tu historia, en donde
estaba escrito mi nombre y también de nuestro hijo... tus recuerdos.
He de seguir recordando, he de seguir amándote, aunque ya no
estés a mi lado con la sublime música de un violín y el canto triste
de la quena, abrevaré del agua cristalina de las nacientes de Chicmo,
y soñare que te regalo un ramo de flores de retama con una mano
mientras en la otra sostengo a nuestro hijo... tus recuerdos, al compás
de los latidos de mi corazón enternecido y terco, iré arañando
los riscos de mi senda, pensándote y preguntando al viento, cual
es tu prado, y si algún día pudiera llegar y tomar tus manos entre
las mías, mirarte a los ojos, después de un profundo suspiro, decirte,
...aquí está... NUESTRO AMADO HIJO... TUS RECUERDOS...
Azhydor Ozras OBrien -Perú-
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