Blancos y sedosos como pétalos de rosa
se esconden del enamorado pensativo,
que despierta con íntima ternura
el fresco aroma del callado jardín.
Triunfantes, derraman misterios y visiones
donde mi verso encierra su canto de pasión,
con besos de delirio mi pensamiento inflama
en delicioso instante mi mágico pincel.
Corazas de victorias en la cuna del pecho,
escudo en los encuentros del arte del amor,
leche y miel en los sueños donde vence su encanto,
armadura de aliento que se abre a las caricias.
Sedas, dulces colinas, con sus cimas rosadas,
donde se inicia el himno que canta la victoria
sobre la lanza erguida que en su cielo nocturno
esconde su secreto de ser fuerza suprema,
cuando dos simples flores de carne femenina
que han brotado de un pecho que por esencia humana
el hombre las codicia porque es savia divina,
y su fuerte poder al soñador aterra
cuando tiene en sus manos su gran naturaleza.
Ysidro Parra -Venezuela-
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