Vibro sin besar tu piel
con mi inquieto corazón,
y en tal ensueño, corpóreo,
me inundo de nívea miel.
Al pasar cerca de mí
y rozarme con disimulo,
tembloroso me sacudo,
y en el brillo de tus ojos
dentro de ti, yo me miro.
Me tienta tu parpadeo,
tu caricia tibia y fiel
me sabe a oculto misterio,
y yo seducido, postrado
me entrego en desvarío.
Con la luna dijimos adiós,
tras, tiempo, haber compartido
con viva ilusión un idilio
a hurtadillas, muy aciago.
No agonías ni más llanto
musité, aplomo fingiendo:
es del destino el llamado,
una lágrima callo,… sonrío.
En el puente rojo del río,
en los ojos, los reflejos
con descontrolados latidos,
dijimos con dolor:… adiós!
Me volví a ti enfocando
para hacerte una foto,
mientras, tú, hacías lo mismo,
para evocarnos a diario.
Con sonrisa nos vimos ambos,
erramos el sendero, umbrío,
y el desconsuelo era tanto
que el lucero estremeció.
Nuestros pasos devolvimos,
nuestra ropa cayó al río
con el rumor, tibio el viento,
la luna tras la nube espió.
Soles más tarde, los dos desnudos,
bogamos, sin remos en el estío,
hasta el mar siguiendo el río
en sempiterno delirio.
Omar Aburto -México-
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