jueves, 29 de octubre de 2015

PRECIADO TESORO


Pienso en el delirante y anhelante
misterio de tu lengua serpentina,
¡Mágica diamantina!
Voz divina que delata el
escarlata de tu Corazón.
Quiero llegar al carmín de tu horizonte,
escalar ese monte.
Estar confiada y reposada
en tu encendida mirada,
reflejarme en tu arco iris,
refrescarme en tu cascada;
en la blanca marejada de
tu exquisita sonrisa.
Divisarte por la cornisa y
subir tu montaña de prisa,
para amarnos despacio en
este espacio por ti creado
para mí.
Tu presencia repentina me
sorprendió, ¡pensé eras
fantasía!
¡increíble belleza!
¡me quedé de una pieza!
Observé por tu privada ventana
ávidamente recorrí la persiana
Saliste y nada me dijiste,
mientras clavabas en mí
tu mirada, preparabas morada
detrás de esa celosía...
surgía alucinante ambrosía.
En ese escaparate colgante
y delirante tú y yo... allí.
En un ir y venir en esa liana,
cual blanca lana hilábamos...
suspirábamos eterno amor en
ese calor tejíamos una escalera
en esa ladera donde allí nos
encontramos y conjugamos
las siete maravillas y aun
doce,"en ese día-noche" en
esos instantes sublimes,
encontré y disfruté completamente
tu maravilla como de manzanilla
flor, caricias en mi piel.
Como inexistente, pero latente
miel de olivo, ¡le disteis motivo!,
¡mi sangre hervisteis...!
¡Sí! que le disteis motivo, ¡aumentó
el latido! el aire contenido liberé,
y se oxigenó toda mi materia, como
si fuese etérea.
Sin ningún control, sin ninguna
represión brotó la inspiración
para amarte, para mas buscarte...
para enervarme sin disfrazarme tu
intención, en esa ya palpitante
atracción, seducción convexa...
inmersa en tu tersa y sabia caricia
aventurada y ya adentrada hasta
la madrugada tu aterciopelada
figura miré con mis ojos
muy abiertos.
Me llevaste hasta tus desiertos
más secretos... para más desearte,
para más pedirte, te quedaras
mis entrañas cimbrando y vibrando
mi ser.
En ese hoy y ese ayer...
me regalaste secretas rosas.
Me enseñaste cosas primorosas
que jamás pensé.
Créeme amor, de tus amores,
sabores y colores, divinos
momentos disfruté.
Más que el oro,
como preciado
tesoro conservé.

Del libro ROMANCES Y ALGO MAS de M. Guadalupe Trejo -México-

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