No quiero ser lágrima furtiva
que enturbie la luz de tus sueños,
ni herida que tiña de rojo
la blancura de tus recuerdos;
solo deseo ser el árbol frondoso
que acompañe tus días de estío
y te proteja del frío viento
durante el resto de tu tiempo…
Isidoro Giménez
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