Tu sensibilidad, detalle venerable, encadenada
a las insomnes noches durmiendo los versos de mi conciencia,
leyendas de milagros cautivos a mi alianza.
Tu sensualidad, sonido enjaulado en colmenas
sobre la lluvia del rumor del viento, lírica, verso y poema.
¡Arráncame el corazón!
Sauce que reinas
entre baladas de mi afán creador
ineludible sustancia.
Dime frases de plegarias en la tempestad de la compasión,
ni en un homenaje al borde de la inspiración, ni la ignominia,
hará huérfana mi piel, ni será grito truncado.
¡Déjame acariciarte!
prolongar tus revueltos risos
formando prodigios con mi berbiquí
y mi escritura húmeda.
El difuso aliento de los vientos del sur, sin árbitros baladíes,
ignora los polémicos violines derramados por mi voz,
acordes de azahar incrustados en tus pechos.
¡Zarcillo que centelleas en mis sienes!
Tu placer salpica flamígera la parálisis de mis letras,
halcones con tu periplo inspirador, nítido destino,
tus dones en dulces decretos columnas de piedra.
Manuel Vílchez García de Garss.
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