martes, 1 de septiembre de 2015

¿QUIÉN PODÍA...?


¿Quién podía detenernos en aquella marcha
nocturna, en que yo era desbocado corcel; tú, amazona
de imperios, y tus talones me fustigaban tanto
que la sangre acudía a agolparse a mis ijares?

Y la impetuosidad de la carrera nos arrastraba
sin sentido al abismo que se abría ante nosotros.
Ya estábamos cerca y no nos deteníamos. Corríamos
furiosamente. Pero, al llegar al borde, todos tus músculos
se crisparon. Cerraste los ojos y yo salté.
Cuando llegamos al fondo, tus talones se habían
separado, estabas desvanecida y el látigo
con que me azuzabas te había cruzado
los ojos en dos lívidas curvas.

Horacio Quiroga -Uruguay-
Publicado en la biblioteca de Marcelo Leites

No hay comentarios:

Publicar un comentario