Como un relámpago me calas,
me estrenas el pecho con la lentitud de tu cabellera,
músicas la sombra de las palabras,
me abres al instante quieto de la tempestad
y me abandonas al vértigo de la luz,
sin saber que, a veces,
hiede tanto la belleza
que no hay espacio para más desconsuelo
que el que no esté ya escrito sobre el mármol.
MARIAN RAMÉNTOL -Barcelona-
Publicado en Un día es un día Ágora
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