Ahora está la lluvia
su piadosa plegaria
retornando.
Pero ajena es la casa.
No son nuestros sus cuartos,
hostiles son los rostros
y las calles.
¿Quiénes somos,
qué labios son estos que murmuran
y van llevando entre los días
nuestros pasos,
esta ternura insomne que no cesa?
En un jardín
de una casa que habita en la memoria
cae la lluvia.
Un niño observa
el poderío del verano
apaciguándose.
En las habitaciones
abuela Lola
ha encendido las lámparas.
CARLOS GARRO AGUILAR -Argentina-
Publicado en la revista Gaceta Virtual 77
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