¡Oh mañana de dicha y alegría!
¡Oh tarde luminosa harto dorada!
¡Oh fiesta del Cañito, fiesta mía,
oh día de una edad feliz pasada!
¡Qué trémolo de júbilo surgía
de la gaita con júbilo tocada!
¡Y qué compás del tamboril salía!
¡Qué alegre la campiña divisada!
Allí la dicha era honda, pura:
la dicha más risueña de mi gente.
Allí se desgranaba la dulzura
a granel, o mejor como un torrente
adorando al Dios Niño con ternura
en el bello Cañito, alegremente.
Ángel Blázquez Matas -Béjar (Salamanca)-
Publicado en la revista Aldaba 15
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