Al borde ya de abandonar la pluma,
de comenzar ese imposible viaje
donde no quepan en el equipaje
ni sombra, ni tristeza, ni la espuma
de tantos días sin la mordedura
desgarradora de la cruel serpiente,
reclino mi cabeza lentamente
y dejo que me gane la amargura.
En este pueblo blanco nos perdimos
tratando de olvidar la pesadilla
de dar cuerda al reloj de nuestros miedos.
Nadie podrá borrar lo que tuvimos,
la dicha, diminuta maravilla
que vimos escaparse entre los dedos.
Del libro “SONETOS DEL DESAMOR” de
LUIS MARÍA MURCIANO
1º Premio, XXVI Certamen de Poesía Searus, 2003
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