Con mi nostalgia de ingenuo
miro buscando el calvario,
tantos recuerdos menudos
me vienen muy a diario.
El calvario es un vergel
un antiguo cementerio,
que usaron antecesores
para enterrar a Emeterio.
Es un edén muy soñado
donde reposa el martirio,
es un oasis poblado
del esfuerzo y sacrificio.
Desde mi balcón observo
al capellán y al vicario,
arrastrando a todo el pueblo
seguidos del boticario.
La procesión del lugar
la preside el comisario,
que además es el banquero
hijo de un mal sanguinario.
Desde la terraza alcanzo
recuerdos extraordinarios,
tu cuerpo en el mes de marzo
y aquel frío planetario.
Tus pechos al descubierto
en tu rincón incendiario,
y yo creyendo tus cuentos
de princesas y templarios.
Tus miedos que ahora recuerdo
predicados en rosario,
los consejos que me dabas
entonces innecesarios.
Te marchaste aquella noche
con tan diverso escenario,
siempre fuiste una ilusión
mi sueño de visionario.
Y ahora que te hablo de sueños
he recordado el calvario,
aquel trocito de vida
dentro de mi breviario.
El sitio donde he pedido
ir al ponerme el sudario,
que me esparzan en el aire
de un lugar tan centenario.
Al lado de aquella esquina
en el codo de aquel barrio,
una vez sea cenizas
que me esparzan desde el tarro.
EMILIO MORENO
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