viernes, 28 de septiembre de 2018

BUSCÁNDOLA


Me senté despacio en el viejo sillón;
cerré mis ojos marchitos y cansados
de aquellas lágrimas que de ellos brotaron,
como el llanto aquel que canas le nacieron
y que el tiempo secó en mis ojos cerrados.

La nieve del tiempo dejó sus arrugas
en el viejo corazón, que no olvidó el pasado
y vive en el presente tratando de encontrarlo.
Dejé que mi mente por el tiempo viajara
y salí de mi cuerpo a ver si la encontraba.

Caminé lentamente, el viento me empujaba.
Anduve por los mares, los ríos y los huertos
buscando su perfume y el olor de su aliento.
Caminé, caminé por el mundo que anduve
tratando de encontrar lo que un día yo tuve.

Y se fue de mi lado para ser mi tormento
que el destino arrancara con la fuerza del viento.
Y mi paso era lento, no podía ya andar;
no sé cuanto caminé y no la pude hallar.
Cansado y triste regresé al viejo sillón
que sabía de mi llanto y mi profundo dolor.

Cerré mis ojos y oí su voz que me decía:
"No sufras más, yo siempre estoy contigo".
Y sentí como un bálsamo que en mí penetraba
al saber que ella estaba escondida en mi alma
¡y viviendo conmigo!

Lorenzo Martin

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