jueves, 3 de agosto de 2017

LUCINA


Para Lucina Martínez Fabián

Después de tres días
de lluvia tenue,
el sol sale radiante,
anunciando un día feliz.
Son las diez de la mañana,
el doblar de las campanas
anuncia una muerte;
escucho a lo lejos
una banda tocar
música fúnebre.

Al día siguiente,
sentado en una banca
de la iglesia,
te veo acongojado y triste;
no sé cuál es tu nombre,
pero tu dolor me afecta,
me duele, me consterna;
mis ojos se llenan de lágrimas
y lloro en silencio;
tengo ganas de correr
a abrazarte
y decirte lo siento,
pero no me atrevo.

Termina la misa,
caminas sin prisa,
llevando en tus hombros
el ataúd blanco
del muerto;
la banda sigue tocando
ahora música que al difunto
gustara en vida.

Son las doce el día.
El sol da de lleno
sobre el cortejo.
Lágrimas y dolor
mojan tu cara,
mientras lloras en silencio.

Quien pudiera ver tu alma
sabría del dolor que te embarga;
hoy en la mañana
me he enterado
que a quien llevas en hombros
es Lucina, tu hermana.

CARMEN DOMÍNGUEZ FLORES -MÉXICO-
Publicado en la revista Trinando 14

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