jueves, 31 de agosto de 2017

REFLEJO DE UN OJO DORADO


Reflejo de un ojo dorado es la segunda novela Carson McCullers
Esta fabulosa narración de Carson McCullers afianza al lector de tal manera que difícilmente puede despegarse de su trama dada la sensación que provoca el discurrir de la historia.

Si su primera novela  El corazón es un cazador solitario publicada en 1937 se considera su gran obra literaria. Unos cuatro  años más tarde, 1941, Reflejo de un ojo dorado sería considerada su gran segunda novela. Sin embargo el juego de efecto de ambas obras pareció seguir la norma de la lógica públicamente: tras  una gran novela no puede venir del mismo autor una segunda maravillosa

Curiosamente a García Márquez le sucedió lo contrario: cuando él mismo consideraba su mejor novela El coronel no tiene quien le escriba, tuvo que esperar el éxito arrollador de Cien años de soledad para ser reconocida como tal por el buen lector. En 1981 la inolvidable Bruguera editó en español este mágico ojo crítico traducida por Jaime Silva. La nueva edición se debe a Seix Barral con prólogo de  Cristina Morales y un genial y ardoroso epílogo de Tennessee Williams quien considera la novela “una  de las obras más puras y potentes de cuantas han sido creadas“, la traducción, correcta, se debe a María Campuzano. Lo que sin género de dudas y digno de aplausos con fervor, ofrece la encomiable apuesta por la edición de toda la obra de una escritora admirable y envolvente, consiente ella misma de que su compatriota sureño Faulkner no la lleva a colgar complejos literarios

La narración de Reflejo de un ojo dorado transcurre en una base militar norteamericana donde la paz rutinaria se repite una y otra vez, situación que la autora toma para ir  desnudando las interioridades de los personajes con su minucioso equilibrio narrativo no falto de morbosidad del  horror que destilan  los protagonistas, que llenan a rebosar la atmósfera de vivencias diversas de sus actitudes  desequilibradas, compuestas por un sexteto singular. Primer personaje el soldado raso Williams, hombre de pocas entendederas, sin oficio y menos beneficio por lo  que decide refugiarse en el ejército. Es persona de pocas palabras y solitario nada sociable y falto de imaginación, solo cambia monosílabos con los compañeros, no es fumador ni bebedor. Muy peculiar el personaje del capitán Penderton laborioso e incasable en su profesión,  pero al que se le percibe cierto desasosiego,  no siendo otro que la actitud de su mujer sexualmente provocadora que para colmo él no puede satisfacer, algo que le fascina si piensa en los amantes de ella y su posible homosexualidad reprimida, no exteriorizada. Se considera el amante de su esposa al comandante de la base. La señora del comandante vive sumergida en una constate sucesión de enfermedades imaginarias, persona muy sensible encuentra refugio en la música clásica y la lectura, acompañada de un curioso fiel sirviente que le sirve de paño de lágrimas en sus interioridades  y desvaríos que la llevarán al final de su vida. Las reuniones de las dos parejas suelen ser usuales, pero al contenido de las conversaciones, se suman los monólogos internos desprovistos de fingimientos, Contrarios a aquellos otros exteriores de pocas palabras y muchos bostezos, que ocultan los calvarios interiores en los que se desviven.

Una tarde el soldado Williams tras terminar su trabajo en las caballerías, ya oscurece, contempla la casa del capitán, las ventanas están todas abiertas y las luces encendidas, Leonora, la mujer de capitán exaltada y desnuda gesticula en su habitación. El soldado atónito la contempla extasiado, jamás ha visto una mujer desnuda y menos poseedora de una belleza como Leonora. La escena llena de un ambiente extraño y palpitante volverá a repetirse. Durante las siguientes noches. Nuestro soldado, sigilosamente, llegará hasta el dormitorio de la sexual señora, no la despertará, permanece silencioso contemplándola sin acariciarla siquiera. Ella siempre se encuentra desnuda entre su sueño. Lo que muestro en este fragmento es una ligera presentación del  conjunto de una narración absorbente.

McCullers vuelve como en su primera gran novela a mostrarnos su calidad y calidad literaria para dibujar escenas de los personajes entre humanidad y esa perversidad que puede brotar de sus interiores: morbo y desasosiego, según las circunstancias, que en esta su segunda gran obra se desenvuelven en otro mundo totalmente diferente a los  de El corazón es un cazador solitario. El ambiente de la vida en una base militar es totalmente distinto al que suele vivirse en una ciudad. En ese espacio con ordenanzas y escalafones las personas se encuentran en un uniformado quehacer. De aquí la densidad de la narración capaz de aprisionar la respiración del lector dada la intensidad que crean los propios ambientes. Unos hechos que nos confirma una vez más la meticulosa maestría de la autora con  personajes sin caer en ese melodrama  o folletón, tan manido como insoportable que padecemos en la actualidad, de esa búsqueda vertiginosa por conseguir un best seller para lograr satisfacer un alienador consumo de manoseado contenido propio de estos tiempos modernistas de la banalidad por entrega.

Francisco Vélez Nieto
Publicado en MUNDIARIO.

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