Me pidió ayuda. Extendí mi mano y la tomó. Gemía. Con mis fuerzas exhaustas traté de sacarlo. Él con su fuerza a su abismo me atraía. Le grité, si pides mi ayuda, tiremos juntos para el mismo lado. Me dijo no puedo, cuando caiga, no quiero estar solo, quiero compañía. Solté mi mano.
De TRES MICRORELATOS EN PASCUA de Diana Decunto -Argentina-
Publicado en Suplemento de Realidades y ficciones 73
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