No tienes fuerza para dar un paso más,
no levantas la cabeza,
te doblas cansada bajo una grisura desesperada;
debes estar agradecida por las cosas pequeñas,
confortantes, infantiles.
Tienes una manzana en el bolsillo,
un libro de historias allí en el hogar:
pequeñas, pequeñas cosas, despreciadas
en ese momento, que irradiaba viviente,
pero con suaves puntos de apoyo durante las horas muertas.
Del libro Las nubes de
Karin Boye -Suecia- Traducción Hebert Abimorad
Publicado en Periódico de poesía 99
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