Un pizco de tocar su luz,
un trazo de su silencio sonrisa,
un besar que su aire envuelve,
un rozar que mi piel acaricia.
Temblar que la silueta escucha,
estrellas en su piel brisa.
Mis manos sin prisa,
sus manos que sienten.
Y el viento en el jardín,
jazmines y azahares mueve.
Mil olores que son luna,
en su figura, brillar de aceites.
Se vuelve tal vez inalcanzable,
y al tiempo acunar de vida.
Son ojos que a ojos miran,
labios en su besar ardientes.
Un espacio que aproxima,
un estar de amor silente.
Las palabras tienen sones,
que los cuerpos gesticulan.
Un verter de emociones,
un ansiar que precipita.
Que busco su tacto alado,
que noto su aire sin bruma.
Que sus dedos tienen tinta,
que mi piel en su trazo dibujan.
Que tocamos de la distancia
ese espacio chiquito.
Donde bailan las figuras,
donde vuela el instinto.
Y besamos sinfonías,
porque el tiempo no da otra.
Mientras los iris se miran
y las almas se tocan.
Pulsos de corazones,
que laten como un grito
Un pizco de tocar su luz,
un beso en el aire escrito.
Del libro Sueños y otras intermitencias de
Emilio Juan Gilabert Fernandez
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